Retales de un estallido

En una fiesta en decadencia. Entre el destello de las luces de colores, quizás un par de copas (de más) y el ruido de la música de fondo, que pasado un rato ya no escuchas. Ahí plantaron su primer beso. Y después algunos más. Se buscaron con las manos, la mirada, los labios. Y se encontraron todos ellos en su portal.

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Ha decidido quedarse a vivir en sus labios. Cualquier rincón les sirvió aquella noche, una esquina al azar, unas escaleras y, de nuevo, su portal para enredar su lengua a la de ella, estrechar el espacio, cortar el aire, clavarse el cuerpo.

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Rompieron la paciencia del banco en el que decidieron encontrarse anoche. Se murió de celos. Y de pena, cuando se fueron cada uno por su lado. Alargaron el reloj, le arrancaron las manecillas para que no molestase más los besos. Los que tenían pendientes y todos los que aún les quedan(ban). Guardaron anoche, además, algunas promesas sin pensar en lo que pueden pesar.

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Un aeropuerto. Hasta pronto.


(...)

Has sido silencio tantas veces que apenas recuerdo tu voz. En realidad, para qué negarlo, hemos sido silencio tantas veces, que apenas recuerdo cómo sonamos. En tan poco tiempo cuántos silencios nos habremos dado. Silencios de miradas gritando a pleno pulmón, de palabras dulces (con miedo) en el paladar. Silencios contenidos saliendo en forma de gemidos. Silencios fríos, de castigo. Silencios que no podremos callar jamás.

Si tuviéramos que ser una banda sonora seríamos, sin duda, silencio, pero ¡qué silencios!

(...)
(...)

Hoy, al entrar, mi portal me ha hablado de nosotros. Y me ha preguntado por ti. Que no se nada de ti, le he tenido que decir. Me ha parecido verle triste (o quizás ha sido mi reflejo en su cristal). Él, que tantas veces nos ha visto pasar, obligado testigo de los besos, las miradas, las despedidas (que nunca lo eran de verdad) no ha entendido nada de lo que, callada, le ha contado mi mirada. Y, al irme, me ha dicho con pena (la suya y la mía) que nos echará de menos, como yo. Porque nos fuimos sin decirlo; te fuiste y nunca se me ha dado bien la soledad. Me voy donde no me recuerde a ti mi portal, ni el sonido de las llaves, ni las luces apagadas. Me voy de mí hasta que te vayas tú.

(...)

"Tenemos noviembre".

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