De la lluvia

     Hoy he decidido ser cómplice de la lluvia. Y he llovido cada una de las veces que nos hemos prometido ser, estar, querer(nos). Cada una de las veces que nos hemos mentido para ser, estar, querer(nos).
     Han llovido sobre mis mejillas cada uno de los besos, que han ido a parar a los labios para que no me olvide de ellos cuando ya no nos los demos; cada uno de los los abrazos, que se han dejado caer hasta las puntas de los dedos para poder tocarlos cuando ya no nos los demos; cada una de las caricias, que han decidido anidar entre las costillas para erizarme la piel cuando ya no nos las demos; cada una de las miradas, que se han quedado en las pestañas enredadas por si algún día se me ocurre olvidar tus ojos, poder verlos.
     He llovido sobre suelo mojado por cada una de las veces que has sido tú cómplice de la lluvia. Y que lloviste sobre tus mejillas lo que tus nubes guardan, tan celosamente, de mis pupilas. Porque a veces eres nubes y llueves, y me doy cuenta entonces, de que, si me dan a elegir, prefiero el invierno a las primaveras sin tus lluvias.

     Hoy he decidido ser cómplice de la lluvia y el inverno me ha hecho pequeña para hacerme ver que por llover, nadie se ahoga. 

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